24 ago 2011

las aceras del mundo

Ella se pinta los labios, siempre de color rojo, para que nunca se borren sus besos, el resto de carmín que dejan otras pieles es un tatuaje de gena que solo dura un par de lavados; te besa, te comienza a andar,  pies pequeños pero firmes, de los que siempre dejan huellas aunque no halla barro
Sus uñas bañadas en color decoran el final de sus pequeños dedos enfundados en unas sandalias de cuero, ya desgastadas de tantas pisadas por las aceras del mundo que, a veces, se le queda pequeño ; también recuerdo su flequillo recortado a su manera, aquellos vaqueros desgastados, y esas manos de las que nunca se caen los anillos, conocedoras de esas manos que no pierden ocasión de agarrar, y una risa contagiosa que es incapaz de contener, y así con sus labios rojos y sus diminutos pies, su pelo, que decora esa cabeza loca, porque no podría ser de otra manera, sus descosidos pantalones, y sus manos suaves que todo lo tocan, a veces temblorosas, y otro día indomables, sigue su camino, sonriente, del que solo se detiene para observar, para bailar o para pegar un salto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario